Origen

Origen

Haciendo historia…

Enrique Elisalde, uno de los fundadores de la Fundación Braille del Uruguay, evoca así el origen y desarrollo de la institución:

«Cuando quedé ciego a los 14 años, tuve la fortuna de conocer a un ser excepcional: la maestra Dominga B. de Alonso. Ciega sensible, alerta, ella fue quien puso en mis manos el Sistema Braille. Me permitió recuperar así mis lecturas infantiles y juveniles: el Billiken, el Pato Donald, Patorucito, Salgari, Verne… Pero entonces no había en el Uruguay una imprenta que publicara para los ciegos esos libros y esas revistas.

Tuve que esperar hasta una calurosa tarde de diciembre de 1955, cuando, a orillas del Miguelete, en el Prado, la Unión Nacional de Ciegos del Uruguay inauguró la primera y única Imprenta Braille. Joaquín Silveira, su Director, fue generoso en permitir que yo, un adolescente curioso y seguramente molesto, averiguara vida y milagros de cada una de aquellas máquinas y conociera allí, al pie mismo de la impresora, la emoción de tener en mis manos las primeras páginas en braille…

Cuando tiempo después Joaquín se retiró de la Imprenta, allí estuve yo, con mis sueños de inundar de braille la vida de los ciegos. Tuvimos que pelear duramente con aquellas máquinas obsoletas, y aparecieron entonces los primeros libros con forma: el reloj, la llave, el pequeño camión… También una revista para niños «Martín Pescador», y hasta algunos textos para la enseñanza primaria.

Pero pronto advertimos que la Imprenta no bastaba ya, que no era la forma jurídica y organizativa adecuada. Pensamos en una Fundación. Sí, nos convencimos de que ésa sería la figura institucional más apropiada. Y nos pusimos manos a la obra. Un pequeño grupo de amigos -ciegos y videntes- desafiamos el porvenir con las tres letras que nacían: FBU.

Así, lo que comenzó con uno o dos pequeños libros –financiados a veces con nuestros recursos personales– se transformó con el tiempo en esta dinámica realidad que hoy es la FBU con diferentes quehaceres técnicos, equipamientos modernos, locales adecuados, al servicio de nuestro prójimo ciego.

Luego este servicio se extiende a otros países, porque el hecho de no ver y las demandas que esto supone, son iguales en todas partes. La FBU, un conjunto de personas ciegas y de gente que ve, quiere seguir siendo herramienta y fruto para el bien de todos».